«Hoy en la noche habrá nubosidad muy densa. Sesenta por ciento de probabilidades de lluvia en San Benito. En otro orden de ideas, River Plate jugará contra Flamengo en…»

—Ya apaga la radio, Alberto. Hace tres días ocurrió otro evento.
—Ya sé lo que vas a decir, Braulio; que apareció un ahijado presidencial.
—Deja las estupideces.
—¿Cuáles son las señales?
—Tumbas profanadas y perros ladrando toda la noche.
—¿Algún desaparecido?
—No se ha reportado ninguno, aunque tenemos una pista.
—¿Cuál?
—Un mendigo que merodea la iglesia de la Colonia 3 de Febrero.
—A ver…
—Amaneció cubierto de sangre, rodeado de restos de perros, pero escapó.
—¿Algo más que debamos saber?
—Los eventos ocurrieron en día martes o viernes.
—Hoy es viernes, ¿qué tal si buscamos al mendigo?
—Mala idea. Debe estar escondido después de pasar la noche bebiendo.
—¿Cuál es tu propuesta?
—Ir por él cuando el sol se oculte. Tiene que ser temprano porque el clima no será el mejor.
—Insisto en que salgamos de una vez.
—¡No! Es perder el tiempo.
—Pienso que…
—Te dije que no.
—Como quieras.

A las siete de la noche los detectives abandonan la comisaría. Las nubes cubren San Benito; el frío reina en el pueblo. Alberto Alarcón y Braulio Benítez llegan a la Colonia 3 de Febrero, caminan alrededor de la iglesia y no consiguen al sospechoso. Se escuchan ladridos.

—¿Benítez, encontraremos al mendigo?
—No es un hombre, sino un lobisón.
—¿Un lobo? ¿Estás hablando en serio?
—Más de lo que piensas.

Los detectives llegan a un callejón y encuentran al mendigo. Los dientes amarillentos, las uñas largas y sucias, así como el cabello ensortijado le dan un aspecto feroz. La ventisca revuelve todo y la luz de la Luna aparece.

—¡Alto ahí! —grita Braulio después de desenfundar su arma—.
—Está indefenso, no vayas a disparar —responde Alberto—.

Braulio dispara dos veces. La primera bala impacta un contenedor de basura y la segunda destroza una botella. El tercer disparo lo hace Alberto, y el proyectil hiere a su compañero, quien cae después de rugir. Los perros que están cerca del callejón corren asustados. El mendigo huye despavorido al ver que Benítez se transforma en una bestia.

—¡Todas las balas han sido bendecidas, no te muevas! —grita Alarcón al lobisón—.


—Detective Alarcón, ¿cómo resolvió el caso? —pregunta el inspector Galú en la madrugada del sábado—.
—Benítez necesitaba un chivo expiatorio. Después de matar a los perros, en medio de su locura, le dio una paliza al mendigo y lo rodeó con los restos de los pobres animales. Quería inculparlo a toda costa, además, ¿no se fijó que Benítez nunca salía de la comisaría durante el día?
—Hay algo que no cuadra. Él exigió ir anoche, había luna llena y además era viernes ¡Eran muchos goles en contra!
—Él quería matar al pordiosero y después saldría del pueblo el fin de semana, todo se calmaría y después regresaría. Confió en la nubosidad, pero el viento le jugó una mala pasada y al llegar la luz de la Luna…
—Eso no es suficiente.
—Para mí sí. Él no hubiera fallado esos disparos; esa era la pista que me faltaba.
—¿Por qué?
—Al aparecer la Luna, Braulio comenzó su transformación y el pulso le tembló.
—¿Y qué pasó con el mendigo?
—Debe estar pensando que alucinó.


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San Antonio de Escazú, 5 de abril de 2023.