Adriana desdobla el papel con cuidado; los pliegues se han convertido en hendiduras que amenazan con despedazar la carta. Un recorte de periódico cae y, después de recogerlo, la mujer lee la carta.
Adri:
Pensé mucho antes de escribir esta carta, no sabes cuánto, pero siento que hay tantas cosas que tengo que decirte. Cada vez que estuvimos molestos optamos por escribirnos y eso siempre nos funcionó, así que espero que esta vez no sea la excepción.
En el último año, nuestros días han transcurrido como una espiral sin fin: despertamos, desayunamos, voy al trabajo y al llegar, nos sentamos a ver las noticias, cenamos y dormimos hasta el otro día. La única diferencia con los fines de semana, es que los sábados y domingos nos levantamos tarde y después de desayunar, el día muere entre ver la pantalla del celular y las noticias; el resto, es igual. Nuestra vida matrimonial se ha convertido en una rueda que no para, en una pesada piedra de molino, en un silencio sin fin.
El hastío no solo me ahoga a mí. Veo que tu carácter es ahora seco, oscuro, y, aunque no me has tratado mal, no eres la mujer que conocí hace años. No te culpo, ya que, con seguridad, la persona de la que te enamoraste tampoco es con la que duermes todos los días.
Esto nos ha afectado tanto en el día a día, en nuestras emociones, que siento que a corto plazo no hay manera de volver a ser los de antes. ¿Estoy siendo muy pesimista, o tal vez, realista? Con seguridad. El caso es que pienso que hemos perdido la brújula en la relación. Siento que no estamos en la misma página, que nuestras emociones no son compatibles, que ambos necesitamos encontrarle sentido a la vida y que nos hace falta un quiebre.
Después de mucho reflexionar, he llegado a la conclusión de que lo mejor es que nuestro matrimonio termine. He hablado con el abogado para que tome las acciones necesarias y ambos salgamos bien librados, aunque a mis efectos, mi tranquilidad es lo único que quiero. Esto ha sido una decisión difícil de tomar, pero siento que es lo mejor para ambos en el largo plazo. Espero que entiendas mis razones y que los dos podamos llevar la vida de otra manera.
Cuando leas esta carta, yo estaré lejos, intentando encontrar respiro en la soledad. Mi fiel Maverick del 78, el automóvil que nos acompañó en tantas aventuras, será mi confidente en este viaje que comienzo.
Un abrazo para siempre.
Sam.
Samuel se acerca a Ariana, la abraza y le da un beso. Adriana, sin que su esposo lo note, se seca las lágrimas.
—¿Por qué has vuelto? ¡No hace nada que te fuiste al supermercado!, ¿ya encontraste lo que viniste a buscar? —dice Samuel—.
— Sí, Sam —responde Adriana intentando contener las lágrimas—.
—¡Está bien! No tardes mucho.
Dos hombres se acercan. La mujer guarda en la cartera la carta y el viejo recorte de periódico que describe un terrible accidente de tránsito. Uno de los automóviles involucrados en el suceso es un Ford Maverick del año 1978.
Los enfermeros se llevan a Samuel y Adriana se va a su casa. Dentro de 15 días volverá a visitar a su esposo en el Sanatorio Quiroga.
San Antonio de Escazú, 28 de febrero de 2023
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